Capítulo X: El hielo comienza a derretirse.

Algunos minutos habían pasado tras el inicio de una difícil batalla entre Death Mask, Caballero Dorado de Cáncer e Irene, Berserker Elemental de Aire.
El caballero de Cáncer está en serio apuros tras haber sido atrapado por un anillo plateado que Irene había lanzado desde la profundidad de Yomotsu para evitar caer hacia el reino de los muertos, el Inframundo.
La batalla se tornaba más difícil para ambos, debido a que cualquier especie de daño sería capaz de herirlos, pues el anillo dividía el poder y daño para los dos, simulando la unión del matrimonio. Tal anillo tendría atrapado a ambos para siempre, a menos que alguno de los dos muera bajo el dicho «Hasta que la muerte nos separe». Irene habia tomado la decisión de atacar a Death Mask para así dañarlo sin importar que ella sufriera los mismos ataques y muriera junto al caballero Atheniense.
Por otra parte, Death Mask no encontraba forma de liberarse de la presion que ejercía el anillo sobre su pierna, aun así, este seguía siendo dañado por la berserker elemental, pues ella no se detendría hasta cumplir su objetivo: eliminar a Death Mask aunque le cueste su propia vida.

―Vamos, algo se me tiene que ocurrir― Death Mask se intentaba levantar sin exito ante las múltiples heridas que había recibido a lo largo de la batalla.

― ¡¡ROMPE VIENTOS!! ― Irene vuela por todo Yomotsu dañándose junto al italiano.

― ¡¿Acaso no sabes hacer otra cosa?! ¡¡ONDAS INFERNALES!! ― Death Mask olvidaba que su propio ataque se regresaría a el, cayendo una vez más al suelo junto a la chica.

―Ja, ja, ja… Caballero, tú… no lo conseguirás― Irene, tirada en el suelo severamente herida, escupía boca abajo burlándose de los intentos fallidos de Cáncer.

― ¡Maldición! ¿Qué puedo hacer? Vamos, Death Mask, ¡algo se te debe ocurrir! ― Cáncer gritaba a los cuatro vientos mientras convalecia por sus heridas.

―No logras verlo caballero, pero este sufrimiento que tu y yo estamos sintiendo, es tan solo una prueba de lo que le espera a tu diosa Athena, a los demás caballeros… y a los humanos. Lo siento, pero ya no hay vuelta atrás― la de cabellos verdes lanzaba de nuevo su rompe vientos.

― ¡AAAARRRGGGH! ―recibía el ataque nuevamente ―Eres una estúpida… Y dime, ¿tu qué ganas con morir aquí? ¿Acaso tu misión es morir llevándote contigo a uno de los doce caballeros dorados? q¿Qué ganas tú? ― el caballero repetía su pregunta mientras las piernas se le doblaban intentando resistir en pie.

― ¿Qué gano yo? ―su rostro forma una expresion de angustia y reflexión, así como si Irene se hubiese dado cuenta de algo―Yo… solo soy un peón de Ares- en el piso, Irene bajaba la cabeza recostándola en el frío relieve de Yomotsu, mietras las lágrimas de decepción comenzaban a mojar su rostro.

― ¿Lo ves? Estás aquó por nada, solo conseguirás matarnos para que al final no logres disfrutar tu victoria sobre Athena― Death Mask se agarraba la pierna derecha tratando de calmar su dolor que cada vez se hacía más agónico― ¡Vamos! Toma una decisión, ¿continuarás con esta batalla o definitivamente quieres matarte a ti y a mi en vano? ―observaba a lo lejos a Irene quien no se movia.

―Yo… ya estoy aquí y no me arrepiento, sé que mi señor Ares cumplirá su promesa― Irene se levantaba lenta y batallosamente.

― ¿Promesa? Sí que eres una ingenua, Ares es el dios de la Guerra, es violento, no le importa absolutamente nada más que ganar a toda costa sin interesarle los sacrificios que tenga que hacer… Tú eres uno de esos sacrificios, morirás y al final no serás recordada por nadie― el caballero caminaba muy lentamente hacia Irene, cayendo al suelo repetidas veces y volviéndose a levantar igualmente.

― ¡No quiero escucharte más! Cállate, cállate, ¡CÁLLATE! ― la joven se agarra fuertemente la cabeza y el cabello girandola negándose con rápidos movimientos.

―Maldición… Sé que me arrepentire de esto, ¡¡ ONDAS INFERNALES!! ― el de la armadura dorada usa su tecnica contra sí mismo, elevando al máximo su cosmos en su pierna, de tal forma que en todo el santuario se logra sentir la furia del hombre.

Utilizando sus Ondas Infernales sobre su pierna atrapada con el anillo de plata de Irene, logra aumentar el tamaño de su pierna derecha ejerciendo una fuerte presion con todo su cosmos sobre el anillo de plata destruyéndolo por completo y liberandolo de Irene.
Sin embargo, la pierna del ateniense comienza a sangrar demasiado, pues esta ha recibido un daño tan grande por todo el tiempo que esta estuvo presionada por el anillo y por si fuera poco, logró fracturarse por la cantidad de energía usada.

― ¡AAAAAAARRRGGG! ¡MI PIERNA! NOOOO, ¡AARGG! ―el hombre daba vueltas de dolor tirado en el piso formando grandes charcos de sangre.

― ¡Noooo! ¿Cómo pudiste destruir el anillo? ¡No puede ser! ― Irene no podia levantarse del suelo y observaba el rictus de dolor del caballero protector de la cuarta casa de santuario.

Death Mask se levantaba batallando como nunca, e intentando hacer a un lado su dolor, con ambas piernas débiles y doblándose gradualmente, este alza su brazo derecho gritando y apuntando hacia Irene:

―¡¡ONDAS INFERNALES!! ¡MUEREEE! ― grita a Irene con toda la energía restante.

Las ondas infernales se acercan lentamente hacia la berserker de Aire iluminando su asustado rostro, mientras más se acercaban hacía ella, la chica susurraba sus últimas palabras: ―Máscara de Muerte… Tenías razón, no seré recordada ni por Ares ni por nadie… Pero al menos quizá tu me recuerdes si sobrevives a esta guerra santa. Al menos… tú te has ganado algo… Serás recordado por mí desde el infierno o a donde tenga que ir. Gracias.

Irene es golpeada por las Ondas infernales del caballero de oro con toda sus fuerzas, haciéndola pedazos instantáneamente, sin dejar rastro alguno de ella, solo su alma que abandonaba su cuerpo dirigiéndose caminando lenta y cabizbajamente hacia el abismo de Yomotsu.

Ante la mirada de Mascara de Muerte y al observar que ha eliminado por completo a Irene, este vuelve rápidamente a la casa de Cáncer, desapareciendo de la colina inmediatamente

― ¡AAARRGG! ¡Mi pierna! ― el hombre estaba herido gravemente en todo su cuerpo, sin embargo solo sentía el agonizante dolor que le causaba su pierna derecha.

― ¡Death Mask! ― Aioria de Leo corría rápidamente hacia el herido caballero quien caía en el piso de la cuarta casa.

―Aioria…―el hombre cae en los brazos del leonino, empezando a perder la conciencia.

―Amigo, no te preocupes, te llevaré hasta Athena para que cure tus graves heridas.

―Pero, Aioria, ¿qué haces aquí?- los ojos de Death Mask comenzaban a cerrarse lentamente mientras es sostenido por el joven Leo.

―Senti tu cosmos arder, por eso vine a ver qué pasaba―Aioria observa que su compañero ya está inconciente, ante esto, carga al caballero y se dispone a llevarlo hacia Athena.
En Londres…

―Un cosmo aliado ha desaparecido― Alalá pensaba tranquilamente mientras permanecía sentada en un comodo sillón blanco en una de las habitaciones del complejo de Ares―. Ese cosmo pertenecía a Irene de Aire… Con su muerte, ahora solo quedan dos berserker elementales―la de cabellos rojos cruzaba las piernas en una posicion de reflexión―. Diana de Agua e Iris de Fuego… El plan de Enio parece estar funcionando, Ares siente que está perdiendo la batalla y esto está provocando aun mas sus instintos caracteríssticos―observando su alrededor, sonreía la mujer.

En eso, la grande puerta doble de la habitacion de Alalá se abre, entrando caminando una joven de cabello aguamarina y ojos azul celeste.

―Señorita Alalá, ¿usted me ha mandado llamar? ― la joven se inclinaba ante la presencia de la oji-roja.

―Así es, Diana de Agua, tengo un trabajo de Ares para ti―Alalá se colocaba de pie, dando la espalda a Diana y caminando hacia un grande ventanal de la habitación.

―Diga usted la orden que el señor Ares me ha dado, y con gusto cumpliré― la chica permanecía en la misma posición, observando el lento caminar de la otra dama.

―El señor Ares te ha ordenado que elimines al caballero de hielo, Hyoga de Cisne, así que largo de aquí y cumple la orden de nuestro señor Ares―cruzada de brazos, Alalá engrosaba su voz con tinte de superioridad hacia Diana.

―No se preocupe señorita Alalá, yo, Diana, Berserker Elemental del señor Ares cumpliré con mi misión sin ningun contratiempo. Por favor, dígaselo a mi señor Ares―la berserker se levantaba, abandondando la habitacion de la peli-roja y cerrando las dos grandes puertas dejándola sola.

―Ja, ja, ja, estúpida. Lo que tu no sabes es que solo eres un peón mas de la señorita Enio. Dudo mucho que logres eliminar al caballero Hyoga, pero veremos cómo te va…―con una sonrisa de oreja a oreja, Alalá reía fuertemente generando ecos en la habitación.
En la casa de Aries…

―Espero que Máscara de Muerte esté bien. Kiki, ¿qué es lo que sabes? ― Mu preguntaba a su joven y pelirrojo alumno desde el interior de la casa de Aries en donde permanecía sentado.

―Usé mi teletransportación para saber qué sucedia, y cuando llegué a Cáncer vi a Aioria de Leo cargando en brazos a Máscara de Muerte inconciente, creo que tuvo una fuerte batalla―Kiki estaba sentado frente a Mu explicando lo que había observado.

―Ya veo… justo como lo supuse, alguien perteneciente al ejército de Ares ha logrado penetrar en el santuario, pero, ¿cómo demonios lo ha logrado sin que nadie se haya dado cuenta? ― Confundido, el caballero de oro se preguntaba a sí mismo mientras Kiki escuchaba.

―Creo, señor Mu, que debemos huir del santuario junto con Athena y protegerla, ¿no cree? ― Kiki proponía al caballero de Aries.

―Quizá sea una buena idea, pero solo sería una solución temporal, ya que Ares tiene muchas formas de encontrar a Athena donde quiera que esté― Mu se ponía de pie, dirigiéndose hacia la entrada del templo de Aries observando el atardecer y el reloj de las doce constelaciones del zodiaco, que marcaba el termino de la novena hora desde que fue encendido por Ariadna y su flecha roja, ahora el fuego de Capricornio comenzaba su cuenta regresiva.
En Acuario…

―Vamos Hyoga, tienes que hacer más frío, rápido y poderoso tu aire, ¡¡POLVO DE DIAMANTES!! ― Camus atacaba a su alumno.

―Maestro Camus, no te defraudaré y juro que conseguiré el control total del cero absoluto, ¡¡RAYO DE AURORA!! ― Hyoga esquivaba rápidamente el polvo de diamantes de Camus y golpeaba al mismo, haciéndolo caer al piso.

―Eso es Hyoga, pero aun te falta para lograrlo ―el francés se levantaba con algunos rasguños provocados por el caballero de Cisne.

―Camus, dime, por favor, ¿qué tengo que hacer para poder acercarme al cero absoluto? ―El rubio se acercaba a su maestro para darle la mano y ayudarlo a levantarse.

―Solo tienes que dar todo de ti en tu ataque, mientras más empeño y determinación pongas en ese último ataque, más frío y poderoso será― dentro de sí comenzaba a sentir un cosmos desconocido acercarse rápidamente hacia la casa de Acuario, sin decirle absolutamente nada a Hyoga.

―Camus, ¿qué sucede?, te noto raro ― Hyoga preguntaba al caballero de Acuario tras verle con una expresión más seria de lo normal.

―No es nada, Hyoga…―los dos hombres observaban la puerta de la casa de Acuario que daba hacia Piscis, notando que se acercaba Seiya.

―Seiya, ¿qué haces aquí?― Preguntaba el siberiano.

―Athena me ha mandado hacia aquí a decirles que vayan hacia el templo al final del santuario, en la estatua de Athena, ella quiere verlos a ambos― Seiya se acercaba dándole la mano a Hyoga para saludarlo.

―Seiya, vamos tu y yo con Athena, Hyoga tu quedate aquí y vigila la casa de Acuario mientras yo no esté―el caballero de oro tomaba a Seiya de la espalda dirigiéndolo hacia la salida del penúltim templo, acompañándolo y dejando a Hyoga atrás.

―Pero Camus, Athena quiere verlos a los dos―Seiya reclamaba mientras Camus no lo dejaba regresar hacia Acuario.

―No te preocupes, Pegaso, yo le explicaré a Ahena por qué decidí dejar a Hyoga en el templo, lo escucharás cuando lleguemos―Seiya y el otro caballero comienzan a subir las escaleras hacia la casa de Piscis.

Maestro… ¿por qué no has querido que yo vaya con ustedes? ― Hyoga regresaba a la sala principal del templo de Acuario pensando en la decisión de su maestro.

De pronto la voz de una mujer comienza a escucharse, alzándose luego en carcajadas sonoras.

―Con que tu eres ese caballero, Hyoga, al que me ha sido encomendado matar― la mujer estaba recargada en un pilar del templo.

― ¿Quién eres? ¿Dónde estás?―el rubioobservaba todo su alrededor, tratando de localizar la voz.

―Me llamo Diana, soy berserker elemental de Ares, un gusto concerte, caballero cisne―la mujer permanecía en el mismo pilar, revelando a Hyoga su ubicación mientras esta estaba cruzada de brazos.

―Diana… Berserker de Ares…¿cómo es que has entrado tan fácilmente al santuario? Y mas aun, ¿cómo has llegado con tanta facilidad hasta la onceava casa? ― el cisne observaba cuidadosamente a Diana que no se inmutaba.

―Nosotras, la berserker, podemos suprimir nuestro cosmos, impidiendo que nadie pueda sentirlos aunque estemos a un metro de distancia, caballero, esa es tu respuesta―Diana observaba detenidamente el interior de la casa de Acuario, fascinándose con la arquitectura.

―Muy bien, creo que nos entendemos, ¿qué has venido a hacer aqué? ―Hyoga se acercaba muy lentamente a Diana en posición defensiva.

―Creo que sabes perfectamente que no he venido a jugar a las muñequitas contigo, caballero― Diana reía contestando sarcásticamente.

―Entonces vienes por la cabeza de Athena, ¿cierto? ―el hombre juntaba sus brazos y abría sus piernas para comenzar a preparar su polvo de diamantes.

―Exacto, sí vengo por la cabeza, pero no de Athena, si no de la tuya― la berserker separaba sus brazos formando una cruz.

―Ya veo, entonces te doy dos opciones, regresa por donde viniste o te atacaré con mi polvo de diamantes, y morirás― advertía con voz fuerte a la berserker.

―Creo que tomaré la primera opción, caballerito, ¡¡FURIA DEL HURACAN!! ―Diana se movía rápidamente, lanzando una ola de agua a toda velocidad sobre Hyoga.

―POLVO DE DIAM… AARRGG―Hyoga es sorprendido por el rápido ataque de la berserker, provocando que no lograra lanzar su polvo de diamantes sobre la joven.

―Ja, ja, ja, no podrás si quiera golpearme, caballero, soy la berserker elemental mas rápida de las doce― Diana daba vueltas por toda la casa de Acuario, saltando de pilar en pilar a toda velocidad sin que Hyoga pudiese verla.

―Veo que eres fuerte, pero aun asi no será facil para ti vencerme, ¡¡POLVO DE DIAMANTES!!―Cisne lanzaba su ataque repetidas veces a todos y cada uno de los pilares esperando golpear a Diana pero sin éxito.

―Ridículo, tus ataques los veo en cámara lenta, caballero, con esa velocidad solo lograrás debilitarte y quedar a mi merced―Diana observaba con lentitud cómo los ataque de Hyoga congelaban los pilares de Acuario en los que Diana ya habia saltado segundos antes― ¡Toma esto! ¡¡ FURIA DEL HURACAN!! ― la mujer lanza su ataque a toda velocidad a Hyoga logrando tumbarlo y revolcándolo por toda la casa de Acuario.

―¡AAARRGG! ― El aprendiz de Camus permanecía en el suelo con algunas heridas, mientras se disipaba el agua que había generado el ataque de Diana.

―Mi ataque es la furia de todo el mar reunida en una ola de agua, es como si toda el agua que el planeta Tierra contiene cayera sobre ti con toda su fuerza, créeme: un ataque más y morirás. Así que es preferible para ti que ya no te resistas y esperes tu muerte― Diana se acercaba a Hyoga que permanecía en el suelo inmóvil.

―Diana, si algo he aprendido a lo largo de mis batallas, es que un mismo ataque quizá sí funcione dos veces, pero más ya no―Hyoga se levanta lanzando una patada a Diana quien logra esquivarla fácilmente― ¡¡RAYO DE AURORA!! ―el cisne hace el característico moviemiento de pies, brazos y cuerpo lanzando su aire congelado con una velocidad aun más rapida de lo normal, logrando golpear levemente a la berserker.

―Ja, ja, ja, iluso, apenas y lograste golpearme y eso no será suficiente, necesitas mucho, muchísimo más para vencerme, ¡¡FURIA DEL HURACAN!! ― Diana lanzaba su ola una vez mas hacia Hyoga.

―Te lo dije, no funcionará una vez mas ese truco conmigo, ¡¡ RAYO DE AURORA!! ―el caballero ataca la ola generada por Diana congelándola por completo y dejando atrapados en el hielo los pies de Diana.

― ¡QUÉ! Maldición, has congelado mi agua ― la mujer forcejeaba el hielo que atrapaba sus pies sin tener éxito en poder liberarse.

―Es inútil, este hielo solo lo podrás romper si logras superar mi frío cosmos―Hyoga se acercaba a Diana.

―Ya veo, entonces como yo no manejo un cosmos de hielo… Supongo que no podré liberarme, ¿verdad, Hyoga? ― Con una tenue sonrisa en la cara preguntaba la chica, mientras observaba el hielo que había congelado su ola de agua.

―Así es, ríndete o morirás―el rubio exclamaba en tono de advertencia.

-Creo que no tengo opción, usaré mi mejor arma, ¡¡BACULO DE LOS 7 MARES!! ― Detrás de Diana aparece la silueta del dios Poseidón lanzando su tridente hacia el caballero ―Hyoga, prepárate porque sufrirás la ira del mar golpearte siete veces, cada golpe sera la ira de cada mar y océano en la Tierra. Toma el primer golpe, ¡¡FURIA DEL PACIFICO NORTE!! ― Hyoga cae al suelo tras el fuerte impacto generado por el primer golpe sobre su persona.

― ¡AARRGG! ― Hyoga sufría en el piso de dolor.

―Toma el segundo golpe, ¡¡FURIA DEL PACIFICO SUR!! ― Diana lanza el segundo golpe mientras esta lograba romper el hielo que la atrapaba.

― AAARRG ― Una vez mas caía al piso tras otro duro golpe.

―Tercer golpe, ¡¡FURIA DEL OCEANO INDICO!! ― Diana observaba cómo Hyoga sufría por sus míltiples ataques―Cuarto golpe, ¡¡FURIA DEL OCEANO ANTARTICO!! ― El cosmo del caballero comenzaba a desparecer―Quinto golpe, ¡¡FURIA DEL OCEANO ARTICO!! ―desde el suelo, cisne susurraba algunas palabras, mientras Diana gritaba el sexto ataque―Sexto golpe,¡¡ FURIA DEL ATLANTICO NORTE!!- Un severo golpe acesta en el hombre.

―Maestro Camus… perdóname por fallar de esta forma ―Hyoga, indefenso, esperaba el último golpe de Diana que acabaría totalmente con él.

―Bien, llegó tu hora, ¡MUERE! ¡ULTIMA FURIA DEL ATLANTICO SUR!! ― Diana lanza el ultimo ataque a Hyoga, quien ya no tenia fuerzas para resistir un ataque mas. El final se acercaba.

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